lunes, mayo 29, 2006

esfera de nada, gracias


buseta

Su ruido es importante, casi que imprescindible. Revela todo lo necesario para vivir en el segundo, para no dormir y para estar en la fantástica espera de que algo, cualquier cosa, pueda pasar. Me mantiene atenta. Preparada. Ruido que renueva, desempolva y me ubica frente al espejo que siempre tengo alrededor y que malintencionadamente procura reflejarme en un desierto de espacios. Me aturde todo el tiempo, me sacude y me empuja contra la barrera de mi círculo tan definido y tan insoportable, sabiendo de antemano que por más grande que sea la fuerza del impulso no podré salir jamás. No hay relojes, nisiquiera tiempo que pueda ser medido. No hay tristezas que no sean susceptibles de empeorar o alegrías que consigan distanciarnos de la verdad llena de ruido.

Ruido. Si no fuera por el ruido las suelas de los zapatos serían igual a las medias, miedosas ellas que quieren proteger a los pies sin arriesgarse y sin hacer sonar nada. Cómo nos verá el zapato desde abajo. Seguramente como cobardes seres vivos, hombres invadidos por la calma y la quietud, por el desespero y por un terror desmedido. Pánico tan cotidiano como ingenuo que sentimos por nuestro propio ruido.

Suena: Nerves (Bauhaus), Personal Jesus (Johnny Cash), Summer Soft (Stevie Wonder), That's Right (Miles Davis), Sorge infausta una procella (G. F. Händel)

martes, mayo 23, 2006

sinsabor


Doña Asunción tiene cinco hijos, 85 años y dos perros con nombre cada uno. Nació en Restrepo, Meta, y vivió los primeros 75 años de su vida del campo, los atardeceres y el río. Doña Asunción nunca viajó a Bogotá ni a ningún gran centro urbano, el mayor acercamiento que tuvo con el mundo de afuera fue el pueblo y las macondianas llegadas de vendedores gitanos. Su familia se desintegró y ella se quedó con su marido en la finca, mientras vio cómo torturaban a sus padres y a dos de sus hermanos.

En el 95 la sacaron de su casa y se fue con su marido y sus hijos a vivir al pueblo, muy cerca de la iglesia, con una familia de 9 personas. Las campañas políticas llegaron ofreciendo opulencia y felicidad, riquezas, casas, terrenos y lo más hermoso que Doña Asunción se podía imaginar: el regreso a la finca. 10 años después y la única certeza es que el hacinamiento de una casa de dos pisos para 16 personas la obligó a mandar a sus hijos a Bogotá. Hace dos meses y medio le mataron al primero, dos días después a la de 35 y sólo mediodía después a Parmenio, su hijo más jóven, de 26 años, al tiempo que su tercera hija agonizaba en un centro de salud por haberse practicado un aborto y haberse empezado a desangrar posteriormente en la calle bajo los ojos atónitos de los demás. Doña Asunción nunca tuvo necesidad de creer en un mejor país. El lugar donde nació le regalaba el sosiego de levantarse y saludar al horizonte con las dos manos, para acostarse 14 horas después con la sensación infinita que provee la felicidad real. En esos primeros años nunca necesitó pensar cómo sería un mundo mejor, aunque después mirara hacia atrás y se encontrara con un pasado armonioso que no se podrá repetir, a pesar de que la historia de masacre y corrupción sí volviera a vivirse una y otra vez.

Pueblo de grandísimos hijos de puta. Hermosísimos terrenos de mentiras y envidias arraigadas al alma de cada habitante desde tiempos remotos. Casas hechas a base de engaños, de patrañas, de intereses y de ingenuidad. Infeliz país de miseria pero, peor aún, de resignación, de dominados y dominadores. Qué cultura tan rica, qué bellos paisajes, qué hermosa tierra la nuestra donde pensamos que sintiéndonos orgullosos de una puerca bandera y un artista de tres pesos podemos olvidar o, en su defecto, disfrazar el hecho de ser una nación perdida y agujereada por el paso desalmado de los años.

Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Nos han dado la tierra, Juan Rulfo

Ojalá. Es todo.

Suena: Marylin, la cenicienta y las mujeres, Obertura 777 (La máquina de hacer pájaros)

domingo, mayo 14, 2006

antisoliloquio


"Hasta el alba anduve entre lonjas desiertas, bancos, funerarias en silencio, hospitales dormidos. Incapaz de descansar, tomé el ferry cuando amaneció, crucé el río y seguí caminando entre los almacenes y aduanas Hoboken. Pienso que los matadores deben haber desnudado a fray Pedro, luego de flecharlo, y levantando sus costillas flacas con un perdernal, deben haberle arrancado el corazón, en remembranza de un viejísimo acto ritual. Tal vez lo hayan castrado; tal vez lo hayan desollado, escuadrado, desmenuzado, como una res. Puedo imaginar las posibilidades más crueles, las ablaciones más sangrientas, las peores mutilaciones, impuestas a su viejo cuerpo. Pero no acabo de hallar en su terrible muerte el horror que me causaron otras muertes de hombres que no sabían por qué morían, invocando a la madre o tratando de detener, con las manos, el desfiguro de un rostro ya sin nariz ni mejillas. Fray Pedro de Henestrosa había tenido la suprema merced que el hombre puede otorgarse a sí mismo: la de salir al encuentro de su propia muerte, retarla y caer traspasado en lucha (...)."

Los Pasos Perdidos, Alejo Carpentier

La violencia tiene la capacidad de remontar al ser humano a un pasado que se cree extraviado en la historia. La realidad agresiva de hoy -que se tiñe de violeta sangre en la memoria colectiva- se vuelve algo más que telas de araña difusas y casi invisibles: se hace un utensilio que nos recuerda que somos animales más putrefactos que los que no piensan.

Si antes le era permitido al hombre matarse a manera de ritual ancestral y a razón de una existencia llena de mitos, ahora le es permitido remitificar su vida e inventarse unas razones para actuar con la aniquilación como arma primera. Si antes se actuaba sabiendo de una conexión con otro mundo intocable, ahora el ritual se construye pregonando una guerra del hombre versus el hombre, una lucha donde sólo uno se puede salvar.

Hay una reinvención de lo que antes era selva: la ciudad es la jungla que se come al hombre moderno como la naturaleza pretendió comerse al hombre nativo. Nuestra vida no ha evolucionado ni remotamente. Seguimos siendo creyentes, seguimos convencidos de unas formas de actuar para conseguir determinadas cosas. La diferencia está en que lo que en esos tiempos ancestrales nos hacía felices y conformes, es lo mismo que ahora nos hace pequeñas partículas venenosas y autodestructivas.

Suena: Already dead, Fuckin' with my head, Sweet sunshine (Beck)

lunes, mayo 08, 2006

Tus brazos tiemblan porque las venas no aguantan un chute más. Has estado inconsciente poco tiempo, el suficiente para darte cuenta que tu vida gira si tú quieres, y que una noche puede librarte de todo lo que te somete cada vez que abres los ojos y te sientes lúcido. Qué importa que tus papás estén podridos en plata, tú quieres el hoy porque es el que da sexo sin preocupación y euforia sin medida. Tú quieres vivir en otro planeta, uno que no caiga en tantos clichés. Te puedes cagar en el mundo, en dios y en la gente que no es amiga tuya, porque mañana te levantarás, te mirarás al espejo y verás cómo los botones anarquistas hablarán por sí mismos y te harán ser libertario, te harán luchar por un mundo mejor sin gringos y con mucho punk en las calles. Qué importa si te desfiguran la cara un viernes. Tu parche está respaldándote y nunca te dará la espalda, nunca estarás solo, no es posible.

Es sábado, sales a la calle, te vas a ir de farra. Alistas la yerba y el chuzo por si los fachos se te atreviesan. Tu pinta muestra que cada vez que hablas, cada vez que te mueves o haces algo estás defendiendo tus ideologías de solidaridad y libertad para el pueblo. Te crees eso tú mismo: ser como eres jamás será una moda, sientes un deber con tu patria pero estás cagado en plata tú mismo. Nunca sentirás la miseria que los demás sí, nunca podrás identificarte con los más marginados por ese núcleo que, paradójicamente, es el mismo tuyo. Te atormenta como nada la idea de ser un peón del juego de ajedrez que mantienen dos o más oligarcas, no te quieres uniformar pero terminas perteneciendo al grupo de los que nunca lo quisieron e hicieron de eso su uniforme. Te desvelas, pero te levantas engañado y convencido de que tienes que jugar a ser un drogadicto que tiene en su cabeza mucho odio, generado por lo selvática que puede parecer la ciudad a medianoche cuando tras el agua llovida hay residuos también de húmeda indiferencia. En algún momento de esos, miras las calles y el asfalto te devuelve la mirada, se dirige a ti. Te habla de lo cobarde que eres, de lo extraña que resulta tu actitud en una ciudad llena de heridas mortales. El cemento de bogotá a las 3 de la mañana te golpea, te vuelve mierda. Pero tú sabes que al otro día, pase lo que pase, no te sentirás mal; tienes alcohol y droga para pasarla. Tienes viejas y tienes parceros. No te desconectas ni te anestesias, sigues sufriendo por lo mismo día tras día, pero tu dolor se calma un poco si sigues creyendo que tu forma de pensar es en sí misma una forma de actuar, que por personas como tú que no tragan entero y se revelan contra los policías el mundo y tu propio país pueden ser diferentes. No hay de qué preocuparse, nadie puede hacer nada y tú no eres la excepción. En esta jungla citadina hambrienta de inseguridad y desespero maquillado de calma, tú no puedes pretender ser el león que no se deja devorar por ella.

Suena: Evrybody's jumpin', Kathy's Waltz, Take five (The dave brubeck quartet)

sábado, mayo 06, 2006

Faroles de lava

Un paladar se siente, se mira,
se descubre.
Toca una lengua y la aniquila,
la deshace,
se deshace.
Mientras tanto la impregna de sal,
de dolor
y de sombras del caos final.

Hay un dedo que se posa
sobre él,
que surge del fango de los zapatos,
causándole el cosquilleo
que cualquier otro paladar podría sentir
y cualquier otro dedo podría causar. Semilla.

Hay unos labios insensibles en la superficie.
Un par de mejillas que se sienten
y me sienten desde lo más profundo del ser.

Ningún fragmento de piel puede contemplar el todo,
el todo insufrible,
el todo que solloza,
que se ve sí mismo como un todo
y se resigna a no ser nada más.

Suena: nada

miércoles, mayo 03, 2006

Abril... lavigne.

Momentos: Bajo la lluvia, bajo el sol, bajo la sombra, en los talleres de la FDL, leyendo carpentier. Tomando cosas con lauritam y juanis. Parchando con Renato, cualquier momento con María.
Personas: María, superlaurita, Renato, Diego. (Qué monotématica soy)
Lugar: Baños, BEK, Híbrido, Delfos, la facultad de artes de los andes, la casita rosada, la casa de renato, las cabinas telefónicas.
Grupos/Cantantes: Spinetta, Björk, la música para trabarse que me puso renato, el que canta "y que no me digan en la esquina... el vena'o el vena'o"
Excelente: Los chistes finos de Renato, no pretender tanto, relajarme, dormir.
Pésimo: La universidad.
Sobra: Credulidad, sinceridad insulsa.
Falta: Disciplina, seguridad, decisión.
Cosas: El pito de rana. Relojes.
Autores: Alejo Carpentier, Horacio, Aristóteles, León de Greiff, Rojaz Herazo, Góngora, Horacio Quiroga.
Viene: Concentración, equilibrio, buenas sensaciones (se espera).

PD: Que feliz cumpleaños para el jóven Mauricio. Se le desea que siga en el mal camino en el que va desde que... nació. Que no coja juicio, la pase sabroso y cumpla la promesa de quedar como un perro mojado (con el peinado respectivo). Se le aprecia, sumercé.

Suena: citytv