Tus brazos tiemblan porque las venas no aguantan un chute más. Has estado inconsciente poco tiempo, el suficiente para darte cuenta que tu vida gira si tú quieres, y que una noche puede librarte de todo lo que te somete cada vez que abres los ojos y te sientes lúcido. Qué importa que tus papás estén podridos en plata, tú quieres el hoy porque es el que da sexo sin preocupación y euforia sin medida. Tú quieres vivir en otro planeta, uno que no caiga en tantos clichés. Te puedes cagar en el mundo, en dios y en la gente que no es amiga tuya, porque mañana te levantarás, te mirarás al espejo y verás cómo los botones anarquistas hablarán por sí mismos y te harán ser libertario, te harán luchar por un mundo mejor sin gringos y con mucho punk en las calles. Qué importa si te desfiguran la cara un viernes. Tu parche está respaldándote y nunca te dará la espalda, nunca estarás solo, no es posible.
Es sábado, sales a la calle, te vas a ir de farra. Alistas la yerba y el chuzo por si los fachos se te atreviesan. Tu pinta muestra que cada vez que hablas, cada vez que te mueves o haces algo estás defendiendo tus ideologías de solidaridad y libertad para el pueblo. Te crees eso tú mismo: ser como eres jamás será una moda, sientes un deber con tu patria pero estás cagado en plata tú mismo. Nunca sentirás la miseria que los demás sí, nunca podrás identificarte con los más marginados por ese núcleo que, paradójicamente, es el mismo tuyo. Te atormenta como nada la idea de ser un peón del juego de ajedrez que mantienen dos o más oligarcas, no te quieres uniformar pero terminas perteneciendo al grupo de los que nunca lo quisieron e hicieron de eso su uniforme. Te desvelas, pero te levantas engañado y convencido de que tienes que jugar a ser un drogadicto que tiene en su cabeza mucho odio, generado por lo selvática que puede parecer la ciudad a medianoche cuando tras el agua llovida hay residuos también de húmeda indiferencia. En algún momento de esos, miras las calles y el asfalto te devuelve la mirada, se dirige a ti. Te habla de lo cobarde que eres, de lo extraña que resulta tu actitud en una ciudad llena de heridas mortales. El cemento de bogotá a las 3 de la mañana te golpea, te vuelve mierda. Pero tú sabes que al otro día, pase lo que pase, no te sentirás mal; tienes alcohol y droga para pasarla. Tienes viejas y tienes parceros. No te desconectas ni te anestesias, sigues sufriendo por lo mismo día tras día, pero tu dolor se calma un poco si sigues creyendo que tu forma de pensar es en sí misma una forma de actuar, que por personas como tú que no tragan entero y se revelan contra los policías el mundo y tu propio país pueden ser diferentes. No hay de qué preocuparse, nadie puede hacer nada y tú no eres la excepción. En esta jungla citadina hambrienta de inseguridad y desespero maquillado de calma, tú no puedes pretender ser el león que no se deja devorar por ella.
Suena: Evrybody's jumpin', Kathy's Waltz, Take five (The dave brubeck quartet)
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