jueves, abril 27, 2006

Un bel morir


Todo es tan intocable que me desespero y tiemblo por segundos. Mi rostro no puede observar todas las cosas que jamás podrán ser palpadas directamente sin sentir que debe huir o intentar inútilmente agredir eso que ve. La contemplación me es terrible, sobre todo cuando sé que nada de lo que se contempla podría estar a mi alcance. Es el estado más puro de desasogiego, donde la quietud es lo único que puede expresar tanta impaciencia por lo que no llega y lo que no se alcanza; por lo que no podrá ser jamás ni mínimamente cercano a la piel humana.

Hacia arriba se puede mirar sólo subiendo la mirada y la cabeza. Se pueden bajar los ojos y que éstos se encuentren de frente con el piso hostil y fétido que se toca y sobre el que se está parado, pero es imposible pensar que el placer es sólo lo que le da seguridad a los pies, porque arriba el universo, el musgo desvanecido y el sabor de lo irreal y lo lejano se ven tan próximos que causa ira no poder alcanzarlos. Lo que se toca es sólo un imaginario, el ideal que creamos para ocultarnos a nosotros mismos que nada del mundo material está en capacidad de ser percibido por las manos.

No toques nada, déjalo todo en su sitio
Mira la rosa mirobolante, signo, símbolo, emblema
Para los ojos nada, ni para los subsentidos.
Suena: ring ring.