sábado, octubre 28, 2006

anomalía

Aléjate, memoria de pared, memoria de cuchara,
memoria de zapato,
No me sirves, memoria, aunque simules este día.

Olga Orozco

casa de campanas.
cajas con miles de esquinas de polvo y de cartón. cajas que me envuelven en esta niebla que busca compadecerme.
campanas y cajas.
redoblan pero no suenan, retumban sin timbre, sin color de notas, sin pentagramas de barro como era antes.
campanas.
a gritos, campanas. gritos de animales viejos y de mi casa sola de presagios y jardines.

yo digo, pero la verdad es que me sé en esta casa que en el día se vuelve de cartón, en esta avenida cerrada y cercada por los troncos de viejas violetas. es ésta mi autopista de nieve descompuesta y de candados guardados para siempre en el armario porque ya no hay puertas para asegurar: es la casa de las no entradas, la que se muere de ruinas y baldosas en desuso. son éstos mis huespedes que parten y vuelven eternamente y cuya salida inútilmente intento impedir. son los escombros de mi casa los que se caen de tiempo y de suma de tiempos infinitamente cortos, casi imperceptibles. epifanía de viejos tactos. es la casa que me aguarda siempre aunque yo nunca pueda salir. la que me espera aunque no deje de habitarla.

sábado, octubre 21, 2006

posludio


caminando puedo darme cuenta que caminar contigo no es como antes, como fue o como sería en otro momento. que caminar contigo implica pensar en la llave roja que en un instante pasado fue de oro, pero que decididamente vuelve a nosotros para que la contemplemos sin poder abrir ninguna puerta con ella. que caminar contigo a veces nisiquiera es caminar; es correr a saltitos como camille, cantándole a parís bajo los faros de dulce luz. que caminar contigo hablándome es como ver mil puertas, y saber que la llave se quedó allá atrás pero que conservamos la sorpresa de suspendernos frente a una de tantas opciones que tenemos. que podemos caminar sin esperar. sin buscar. que podemos caminar huyendo, tal vez, de lo que queda atrás, sólo para empezar con otro color, otra palabra, otra canción con la misma melodía. que podemos caminar sólo para saber que inspeccionamos las mismas calles cansadas de años y de sol, rodeadas de puertas y de muertos y de luces en movimiento, y que no importa el tiempo si sabemos, en el fondo, que cualquier día podemos volver por la llave, por la roja y gigantesca llave que nadie más tendrá.

fini les balades
le long du canal
les escaliers des cartes postales
c'est fini Paris
c'est décidé je me barre
fini le ciel gris
les matins moroses
on dit qu'à Toulouse les briques sont roses
oh là bas! Paris, les briques sont roses

Suena: End of the day (Beck) {i love this one}

sábado, octubre 14, 2006

desconcierto

mis alas se revelan
desconcertadas, me indican que hay un lago detrás de la materia condensada del mundo.

que el encauzado lago venga a buscarme y yo me esconda, que venga porque en esta orilla volar no rimó con nadar, que de tanta sal mi pecho está extasiado, añorando claveles líquidos pero resignado a permanecer terrestre. que corra a nadarme en otoño como es hoy o en el verano ambiguo de los demás días de mi casa. que me rescate a su corriente, que emprenda fluvial vuelo a través de mis plumas de pasto.

sin sol de día mis alas se revelan y se estrellan contra el techo como el pájaro que espera traspasar el espejo y se desangra antes de conocerse. sólo en el vuelo me conozco. como no es posible, mi sangre empieza a fluir fuera de mi cuerpo.

igual que el pájaro que aguarda en un techo mientras mira sus alas desangrarse, yo me aferro a estas paredes que no alcanzan a salvarme del diluvio.

entonces la sangre del agua sigue corriendo por un cauce ya familiar. yo aguardo. sólo aguardo.

martes, octubre 03, 2006

post decididamente prescindible

Si mi tristeza alcanzara para dibujar muros y puertas, muros y puertas, muros y puertas en este mi mundo de mentiras. Si esta tristeza alcanzara para palpar otras tristezas o para alcanzar con los dedos esos días de indiscutible tranquilidad, si todo me sirviera para darle a las horas pasadas forma de fruto podrido, si pudiera abrazar ese fruto en descomposición y luego comérmelo para no tener que añorarlo nunca más. Si mi tristeza me sirviera para algo, si todo esto me sirviera para algo, tal vez tendría el don de sentirme dueña de lo que ahora me vuelve en sueños y que veo tan lejano aunque me silba tan cerquita y tan clarito.

Si le pudiera pedir a alguien que me devolviera todo incluyendo las lágrimas a mi cuerpo y las risas al tuyo, le pediría también que me devolviera el aroma del clavel que no llovía muerte pero sí visita al cementerio, le pediría que me regalara trece instantes diferentes de sonrisas y de silencio que en algún momento duraron lo mismo. Si pudiera pedir algo pediría haber reemplazado el don't let me down por el let me down, let me down. Pediría mucho en comparación con lo que recibiría, pero seguiría siendo muy poco porque sólo pediría una pequeña imagen de tus palabras goteando arrítmicamente en mis oídos o de tus zapatos amenazándome con salir a caminar. Si estuviera decidida a aceptar mi petición como mía tal vez pediría que volvieras a mirarme por la ventana mientras yo llegaba o mientras yo me iba, pero eso sólo sería un caso extremo, porque probablemente sólo terminaría pidiendo mirar mi dedo llegar hasta tu timbre y tu mano hasta tu puerta, no pediría más.