domingo, mayo 14, 2006

antisoliloquio


"Hasta el alba anduve entre lonjas desiertas, bancos, funerarias en silencio, hospitales dormidos. Incapaz de descansar, tomé el ferry cuando amaneció, crucé el río y seguí caminando entre los almacenes y aduanas Hoboken. Pienso que los matadores deben haber desnudado a fray Pedro, luego de flecharlo, y levantando sus costillas flacas con un perdernal, deben haberle arrancado el corazón, en remembranza de un viejísimo acto ritual. Tal vez lo hayan castrado; tal vez lo hayan desollado, escuadrado, desmenuzado, como una res. Puedo imaginar las posibilidades más crueles, las ablaciones más sangrientas, las peores mutilaciones, impuestas a su viejo cuerpo. Pero no acabo de hallar en su terrible muerte el horror que me causaron otras muertes de hombres que no sabían por qué morían, invocando a la madre o tratando de detener, con las manos, el desfiguro de un rostro ya sin nariz ni mejillas. Fray Pedro de Henestrosa había tenido la suprema merced que el hombre puede otorgarse a sí mismo: la de salir al encuentro de su propia muerte, retarla y caer traspasado en lucha (...)."

Los Pasos Perdidos, Alejo Carpentier

La violencia tiene la capacidad de remontar al ser humano a un pasado que se cree extraviado en la historia. La realidad agresiva de hoy -que se tiñe de violeta sangre en la memoria colectiva- se vuelve algo más que telas de araña difusas y casi invisibles: se hace un utensilio que nos recuerda que somos animales más putrefactos que los que no piensan.

Si antes le era permitido al hombre matarse a manera de ritual ancestral y a razón de una existencia llena de mitos, ahora le es permitido remitificar su vida e inventarse unas razones para actuar con la aniquilación como arma primera. Si antes se actuaba sabiendo de una conexión con otro mundo intocable, ahora el ritual se construye pregonando una guerra del hombre versus el hombre, una lucha donde sólo uno se puede salvar.

Hay una reinvención de lo que antes era selva: la ciudad es la jungla que se come al hombre moderno como la naturaleza pretendió comerse al hombre nativo. Nuestra vida no ha evolucionado ni remotamente. Seguimos siendo creyentes, seguimos convencidos de unas formas de actuar para conseguir determinadas cosas. La diferencia está en que lo que en esos tiempos ancestrales nos hacía felices y conformes, es lo mismo que ahora nos hace pequeñas partículas venenosas y autodestructivas.

Suena: Already dead, Fuckin' with my head, Sweet sunshine (Beck)