propagación
en un lugar que mi mano conoce muy bien hay una fuente de hielo de la que nacen todos los objetos de hielo que conforman el helado mundo de hielo.
en ese mundo las personas se visten de frío y de blanco oscuro en el invierno -que es más frío que el frío normal- y salen a caminar y a rememorar los viejos tiempos de tibios desayunos encima del olor a pasto con olor y de fiestas en ríos muy líquidos coloreados por las sombras de los sauces, que no eran blancos sino cafés en ese entonces. dicen los abuelos del mundo que, desde las terrazas de las chozas, el mundo se veía azul turquesa, y que incluso desde ciertos rincones por donde navegaban las balsas de los pescadores se veía oliva oscuro o verde bosque, pero eso es sólo mentira. la verdad es que el mundo era rojo como un trozo gigante de cereza.
el asunto es que ahora no hay anaranjado tibio ni grandes ramas fabricadas por los grandes pájaros de plumas cálidas, porque sólo hay cuervos que imitan con su vuelo los oscuros cauces de las cavernas. le pregunto a la gente, pero nadie sabe nada del color de su mundo. mientras detallo la escala policromática de sus cuerpos, me pregunto de qué color será el árbol de ciruelas, y qué sentirá el paladar del planeta al comerse una manzana cubierta en su totalidad por un blanco tan frío y tan opaco y sin la mínima huella de carmesí.
en ese mundo las personas se visten de frío y de blanco oscuro en el invierno -que es más frío que el frío normal- y salen a caminar y a rememorar los viejos tiempos de tibios desayunos encima del olor a pasto con olor y de fiestas en ríos muy líquidos coloreados por las sombras de los sauces, que no eran blancos sino cafés en ese entonces. dicen los abuelos del mundo que, desde las terrazas de las chozas, el mundo se veía azul turquesa, y que incluso desde ciertos rincones por donde navegaban las balsas de los pescadores se veía oliva oscuro o verde bosque, pero eso es sólo mentira. la verdad es que el mundo era rojo como un trozo gigante de cereza.
el asunto es que ahora no hay anaranjado tibio ni grandes ramas fabricadas por los grandes pájaros de plumas cálidas, porque sólo hay cuervos que imitan con su vuelo los oscuros cauces de las cavernas. le pregunto a la gente, pero nadie sabe nada del color de su mundo. mientras detallo la escala policromática de sus cuerpos, me pregunto de qué color será el árbol de ciruelas, y qué sentirá el paladar del planeta al comerse una manzana cubierta en su totalidad por un blanco tan frío y tan opaco y sin la mínima huella de carmesí.
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