viernes, junio 23, 2006

Antes de tener tiempo para reaccionar


rincón

Los poros de mi piel se tejen de odio. Odio irrefutable, imposible de vencer. Odio contra las cosas, las personas, los elementos a mi alrededor que hacen el papel de antifaz. Mi voz todavía es cobarde y no se atreve a gritarlo, pero por dentro existe una polifonía que revela el desdén que se apropia de mis huesos, que escribe a diario sobre superficies de agua lo que no es capaz de soportar. Mi mente es una cosa aparte. Mi cabeza me golpea de frente, me juzga, me aisla y es incapaz de aceptar tantos rencores sin fundamento, la ilogicidad de mi todo se vuelve absolutamente imperdonable.

Me acuesto sobre mi cama de papel a pensar. Sobre ella se escriben constantemente decenas de anhelos irrealizables, de quimeras extravagantes que le resultan inútiles hasta a la propia mano que escribe sobre la sábana en la que me quedo dormida. Puedo cerrar los ojos y las aspiraciones pueden también volverse tangibles y cercanas, pueden ser tierra, sombras, cal. Se tornan más misteriosas que cuando sólo eran pájaros que volaban por encima de mi rostro y me miraban desde arriba, acercándose ocasionalmente para permitir que los envolviera entre mis manos y los volviera a soltar.

Desciendo. Perfectas escaleras de sal que existen sólo en virtud de mis pasos. Escaleras de humo que construyen el único camino a mi puerta de cristal.

Suena: Come to me (Björk)