A veces me gusta jugar a ser María, la de Leviatán. Me gusta jugar a seguir y perseguir a personas que no me son ni medianamente cercanas, o al menos que no sé que lo son. Me gusta seguirlas con la mirada sin que noten que lo hago, me gusta calcular la extensión de sus pasos, la dimensión de sus sonrisas y de sus miradas. Juego a perseguir a gente por algunos minutos en la calle, para imaginarme sus vidas y romper los moldes que mi cabeza tiende a construir. Mirar el borde del cuello de las camisas en los hombres es lo principal. En las mujeres, por el contrario, algunos centímetros arriba del tobillo. La ropa, los colores, las texturas se deshacen en mi mente como algodón y se vuelven a juntar creando figuras totalmente distintas a las iniciales. Casi sin pensarlo ni pretenderlo, cada persona tiene un lugar prefabricado en mi mente.
Suena: Lady Jane - The Rolling Stones