lunes, febrero 06, 2006

Suspensión constante


Aunque han pasado más de veinte minutos, no hemos cruzado más de dos palabras. Me doy cuenta que su tono imperturbable vuelve a irritarme tanto como para no decir ni hacer nada. Sólo me volteo, esquivándolo a él y haciendo todo lo posible por sumegirme en mí misma y olvidar que continúa hablando. Me acuesto en la cama y su piel me persigue rápidamente. Yo me doy cuenta que evadirlo es estúpido, porque realmente no quiero. Lo beso y una dulzura estupefacta y quieta invade mis pies como un rayo estremecedor y escalofriante. Pasan horas y seguimos escuchando la música del principio que suena y vuelve a empezar, como si con su ciclo nos repitiéramos también nosotros. Miro sus cejas y pienso que todas las circunstancias que me llevaron a estar ahí, con él, son una construcción mía, planificada, cruel y canalla como las acciones de cualquier otra persona bajo cualquier otro viento. Que, como dice Borges en su metáfora del hombre que construyó un mapa y éste resultó teniendo las mismas irregularidades de su rostro, yo he creado toda esta situación como un volátil pero reconfortante reflejo de mí. Lo he desdibujado y vuelto a dibujar a él con mis manos, intentando siempre volverlo un dulce espejo donde yo misma me pueda mirar, admirar y saber que no soy tan ajena a todo y que, al menos mientras él esté ahí, yo me sentiré más sola porque, al fin y al cabo, soy mi única compañía.
Me anestesio de nuevo con la estúpida daga de la necesidad de dolor y me acuesto en el puente suspendido que me aleja de la verdad de las cosas.

Suena: Barro tal vez - Spinetta, Almendra - Spinetta, Yo miro tu amor - Spinetta, Sexo - Spinetta Jade.